La Imaginación y la Innovación
Técnica
Máquinas que ¿Escriben?
Si le
preguntamos por la palabra “Imaginación” a
la Real Academia
Española,
nos
da cuatro acepciones:
1. f.
Facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales.
Las acepciones
darían para una interesante polémica, por ejemplo la primera, si reemplazamos la palabra “Ideal” por “Modelo”, lo
que desde nuestra área llamamos modelización, esta no sería otra cosa que una “idealización
acotada de la realidad “ como herramienta para resolver problemas técnicos.
La acepción dos la RAE nos da un simple sinónimo
de “Alucinación”.
La tercer acepción habla de “Imagen”, algo tan pero tan cercano a
nuestra área, como lo es todo tipo de representación
gráfica, desde un dibujo didáctico de una escena de caza en un cueva
neolítica, hasta un simple esquema a mano alzada, un boceto, o un plano
detallado altamente normalizado con códigos hoy universales.
“Facilidad para formar nuevas ideas”,es la cuarta acepción pareciera que engarza
perfectamente con nuestra área, pero hay allí un supuesto oculto, que quizá sea
el quid, el meollo de toda nuestra cuestión, de toda nuestra razón de ser como
profesores (con aspiración a maestros).
¿Es esta facilidad un talento? ¿Un don? ¿Algo otorgado
esotéricamente a alguien por un ser superior o por la genética?, si es así
entonces bien podríamos dedicarnos a otra cosa.
“Facilidad para formar nuevas
ideas”, ¿Las nuevas ideas , ¿de dónde vienen? y es más ¿por qué vienen
cuando vienen?
Picasso decía que él no buscaba, encontraba, pero si
aceptamos que hay alguna diferencia entre el Arte y la Técnica (aunque el
contraste entre las dos quizá hace rato que se esté diluyendo) es que la Técnica resuelve problemas
técnicos, concretos.
En nuestra área la, Educación Tecnológica, si algo
sabemos es que tantas veces en la historia se
han resuelto nuevos problemas con viejas e ingeniosas ideas, pero no se
puede hacer de esto un culto, porque a veces esas viejas ideas fueron más un
lastre que un salvavidas, quizá porque no abrieron el arcón correcto de otras
viejas ideas, o quizá sí existan nuevas ideas, (y está Mr. Alan Turing para
demostrarlo, inventando la computación tal como la conocemos sólo con ideas,
papel, y lápiz).
Entonces, ¿Cuál nuestra misión como profesores en
Educación Tecnológica?, en este mundo de hoy, donde ya existe un ministerio que
contiene el vocablo “Innovación”,
pero también es una palabra gastada por el marketing de los electrodomésticos;
y donde la Imaginación parece un
derecho de los llamados artistas, y donde el ingenio pareciera un simple don, desconectado de los saberes.
Quizá, como siempre, algún tipo de respuestas podamos
encontrar en el pasado.
Queremos aquí ayudarnos mediante una pequeña semblanza que pretendemos ilustre el
título de este “IV Encuentro de
Educación Tecnológica”, que lleva el
inspirador nombre de:
“La imaginación y la innovación técnica”
Sin ánimo de profundizar en pos de una síntesis que
quepa en este breve espacio, (y, porque no, tratando de no aburrir al lector).
Definamos el problema a analizar:
El problema de una “Máquina
de escribir”:
Qué mayor ejemplo
de información
codificada que la escritura; un trazo de tinta china
sobre papel, aplicado mediante el actuador de una pluma de ganso, por
ejemplo en el “código francés”, o sea, en el idioma francés; y decodificada luego en el simple acto de leer lo escrito.
Los autómatas de Jaquet Droz (año 1740) lo lograron, ¿Usando cuál operador
mecánico? ¿Cuál vieja idea?, pues
las Levas Complejas.
Ya que, por un
lado, la leva simple es un operador mecánico muy, muy, antiguo, utilizado ya en máquinas hidráulicas
como batanes, martillos de forja, trillador de trigo, moledoras en minas, y
luego en las maravillosas “cajitas de música”
y tantos otros usos.
Aquí, en cambio,
en el trabajo de Droz, las vemos complejizadas
para que autómatas logren escribir (o dibujen, o
toquen piano).
Estos… ¿Robots? de Jaquet Droz, de 1746, son las
máquinas automáticas más asombrosas de la época de la Ilustración; que
funcionaban con motor a cuerda, y estaban desarrolladas
para remedar los gestos técnicos que
se producen al escribir o dibujar.
Estas levas complejas entonces, poseen en su forma, la
información del gesto técnico requerido para escribir.
Y aquí es donde
Jaquet Droz ( Y otros, como Vaucasson con su autómata Flautista) se plantearon
un problema técnico mayúsculo, hacer una “Máquina
de escribir automática” que lograra codificar al “idioma francés escrito”
frases simples, y que además fuera reprogramable, haciendo un cambio
del orden de las levas.
Ciento treinta años después, en 1870, se instaló la
innovación que se llamó “Máquina de escribir”, (el famoso
escritor Mark Twain fue el primero en usarlas) esta “herramienta compleja” además
de no ser automática (el operador debía tipear su texto), funcionaba mediante
actuadores que iban sellando sobre
el papel letra por letra con un sello (tipo) metálico y transfiriendo por
presión del golpe tinta de una cinta embebida, procedimiento muy diferente al
escribir de nosotros, los humanos. (¿Y cuál era la vieja idea mecánica que se usó?, la del teclado de los pianos, con
su juego amplificador de palancas que percutían)
En cambio, las “máquinas de escribir” de Jaquet Droz
escribían sobre papel mediante los mismos gestos técnicos y el
mismo actuador (pluma de ganso) que nosotros los humanos, y además
tenían forma humanoide, algo que,
desde lo técnico, era absolutamente
innecesario.
¿Podemos pensar que
Jaquet Droz hubiera desarrollado estas máquinas automáticas haciéndolas sólo
funcionales, sin que parezcan humanas?
¿Hubiera invertido menos tiempo y esfuerzo Jaquet Droz
en hacer una caja negra metálica de la que salieran un par de palancas que
escribieran tal cual sus autómatas, pero sin forma humanoide?
Quizá la respuesta esté 300 años antes de aquel 1750. En
Europa, en Maguncia.
Johannes Gutenberg se planteó, alrededor del año 1445
esta pregunta: ¿Se podría hacer una
Biblia mediante alguna máquina?, ¿Y que
quede igual a la que por entonces hacía un monje copista, pero en la mitad del
tiempo y que costase la cuarta parte?
Su planteamiento
del problema lo llevó a una investigación
y desarrollo ardua y accidentada; él
no quería hacer un libro como los actuales, como los de hoy, en letra Arial
o Times New Roman, él quería que el
lector de su Biblia creyera que la había hecho un monje a mano; esta autoexigencia, este condicionante, absolutamente
de época, fue el que demoró más de dos años la impresión de las primeras
biblias, y fue el que lo llevó a la
quiebra al demorar tanto su desarrollo; fue su acreedor, (que se quedó con
esas primeras Biblias), llamado Johan Fust, el que intentó vender en Francia esas Biblias, haciéndolas pasar por
manuscritas, (para cobrarlas mucho más caras); lo asombroso fue que casi le
cortan la cabeza, porque el Rey de Francia dijo que si alguien había logrado
hacer 12 biblias manuscritas perfectas, sin tachaduras ni correcciones era porque tenía un pacto con el Diablo.
¿Habría Gutenberg desarrollado la imprenta si no
hubiera tenido como motivación que parecieran
hechas a mano?
Y 300 años después; ¿Habría Jaquet Droz desarrollado
sus autómatas escribientes con sus levas complejas si no hubiera tenido la
motivación de que parecieran humanos? (para maravillar así al Rey y la nobleza)
La Imaginación y la
Innovación no son del
futuro, son siempre del hoy, en cualquier época y lugar.
La imaginación, y su hija, la innovación, no pertenecen
a unos pocos, todos nuestros chicos tienen derecho a ejercerla mediante las
herramientas que nosotros, los grandes, podamos alcanzarle.
Claudio Andrés Sobico
Prof.. de Educación Tecnológica
I.E.S Nro 2 “Mariano Acosta”