martes, 10 de febrero de 2015




La Imaginación y la Innovación Técnica

Máquinas que ¿Escriben?

Si le preguntamos por la palabra “Imaginación” a la Real Academia Española,
nos da cuatro acepciones:
1. f. Facultad del alma que representa las imágenes de las cosas reales o ideales.
2. f. Aprensión falsa o juicio de algo que no hay en realidad o no tiene fundamento.
3. f. Imagen formada por la fantasía.
4. f. Facilidad para formar nuevas ideas, nuevos proyectos, etc.

Las  acepciones darían para una interesante polémica, por ejemplo la primera, si reemplazamos la palabra “Ideal” por “Modelo”, lo que desde nuestra área llamamos modelización,   esta no sería otra cosa que una “idealización acotada de la realidad “ como herramienta para resolver problemas técnicos.
La acepción dos la RAE nos da un simple sinónimo de “Alucinación”.
La tercer acepción habla de “Imagen”, algo tan pero tan cercano a nuestra área, como lo es todo tipo de representación gráfica, desde un dibujo didáctico de una escena de caza en un cueva neolítica, hasta un simple esquema a mano alzada, un boceto, o un plano detallado altamente normalizado con códigos hoy universales.
“Facilidad para formar nuevas ideas”,es la cuarta acepción pareciera que engarza perfectamente con nuestra área, pero hay allí un supuesto oculto, que quizá sea el quid, el meollo de toda nuestra cuestión, de toda nuestra razón de ser como profesores (con aspiración a maestros).
¿Es esta facilidad  un talento? ¿Un don? ¿Algo otorgado esotéricamente a alguien por un ser superior o por la genética?, si es así entonces bien podríamos dedicarnos a otra cosa.
“Facilidad para formar nuevas ideas”, ¿Las nuevas ideas , ¿de dónde vienen? y es más ¿por qué vienen cuando vienen?
Picasso decía que él no buscaba, encontraba, pero si aceptamos que hay alguna diferencia entre el Arte y la Técnica (aunque el contraste entre las dos quizá hace rato que se esté diluyendo) es que la Técnica resuelve problemas técnicos, concretos.
En nuestra área la, Educación Tecnológica, si algo sabemos es que tantas veces en la historia se han resuelto nuevos problemas con viejas e ingeniosas ideas, pero no se puede hacer de esto un culto, porque a veces esas viejas ideas fueron más un lastre que un salvavidas, quizá porque no abrieron el arcón correcto de otras viejas ideas, o quizá sí existan nuevas ideas, (y está Mr. Alan Turing para demostrarlo, inventando la computación tal como la conocemos sólo con ideas, papel, y lápiz).
Entonces, ¿Cuál nuestra misión como profesores en Educación Tecnológica?, en este mundo de hoy, donde ya existe un ministerio que contiene el vocablo “Innovación”, pero también es una palabra gastada por el marketing de los electrodomésticos; y donde la Imaginación parece un derecho de los llamados artistas, y donde el ingenio pareciera un simple don, desconectado de los saberes.
Quizá, como siempre, algún tipo de respuestas podamos encontrar en el pasado.
Queremos aquí ayudarnos mediante  una pequeña semblanza que pretendemos ilustre el título de este “IV Encuentro de Educación Tecnológica”,  que lleva el inspirador nombre de:
“La imaginación y la innovación técnica”
Sin ánimo de profundizar en pos de una síntesis que quepa en este breve espacio, (y, porque no, tratando de no aburrir al lector). Definamos el problema a analizar:
El problema de una “Máquina de escribir”:

Qué mayor ejemplo de información codificada que la escritura; un trazo de tinta china sobre papel, aplicado  mediante el actuador de una pluma de ganso, por ejemplo en el “código francés”, o sea, en el idioma francés; y decodificada luego en el simple acto de leer lo escrito.
Los autómatas de Jaquet Droz  (año 1740) lo lograron, ¿Usando cuál operador mecánico? ¿Cuál vieja idea?, pues las Levas Complejas.

Ya que, por un lado, la leva simple es un operador mecánico muy, muy,  antiguo, utilizado ya en máquinas hidráulicas como batanes, martillos de forja, trillador de trigo, moledoras en minas, y luego en las maravillosas “cajitas de música”  y tantos otros usos.

 Aquí, en cambio, en el trabajo de Droz, las vemos complejizadas para que autómatas logren escribir (o dibujen, o toquen piano).
Estos… ¿Robots? de Jaquet Droz, de 1746, son las  máquinas automáticas más asombrosas de la época de la Ilustración; que funcionaban con motor a cuerda, y estaban desarrolladas para remedar los gestos técnicos que se producen al escribir o dibujar.
Estas levas complejas entonces, poseen en su forma, la información del gesto técnico requerido para escribir.

Y aquí es donde Jaquet Droz ( Y otros, como Vaucasson con su autómata Flautista) se plantearon un problema técnico mayúsculo, hacer una “Máquina de escribir automática” que lograra codificar al “idioma francés escrito” frases simples, y que además fuera reprogramable, haciendo un cambio del orden de las levas.

Ciento treinta años después, en 1870, se instaló la innovación que se llamó “Máquina de escribir”, (el famoso escritor Mark Twain fue el primero en usarlas) esta “herramienta compleja” además de no ser automática (el operador debía tipear su texto), funcionaba mediante actuadores que iban sellando sobre el papel letra por letra con un sello (tipo) metálico y transfiriendo por presión del golpe tinta de una cinta embebida, procedimiento muy diferente al escribir de nosotros, los humanos. (¿Y cuál era la vieja idea mecánica que se usó?, la del teclado de los pianos, con su juego amplificador de palancas que percutían)

En cambio, las “máquinas de escribir” de Jaquet Droz escribían sobre papel mediante los mismos gestos técnicos  y el mismo actuador (pluma de ganso) que nosotros los humanos, y además tenían forma humanoide, algo que, desde lo técnico, era absolutamente innecesario.
¿Podemos pensar que Jaquet Droz hubiera desarrollado estas máquinas automáticas haciéndolas sólo funcionales, sin que parezcan humanas?
¿Hubiera invertido menos tiempo y esfuerzo Jaquet Droz en hacer una caja negra metálica de la que salieran un par de palancas que escribieran tal cual sus autómatas, pero sin forma humanoide?

Quizá la respuesta esté 300 años antes de aquel 1750. En Europa, en Maguncia.

Johannes Gutenberg se planteó, alrededor del año 1445 esta pregunta: ¿Se podría hacer una Biblia mediante  alguna máquina?, ¿Y que quede igual a la que por entonces hacía un monje copista, pero en la mitad del tiempo y que costase la cuarta parte?
Su planteamiento del problema lo llevó a una investigación y desarrollo ardua y accidentada; él no quería hacer un libro como los actuales, como los de hoy, en letra Arial o Times New Roman, él quería que el lector de su Biblia creyera que la había hecho un monje a mano; esta autoexigencia, este condicionante, absolutamente de época, fue el que demoró más de dos años la impresión de las primeras biblias, y fue el que lo llevó a la quiebra al demorar tanto su desarrollo; fue su acreedor, (que se quedó con esas primeras Biblias), llamado Johan Fust, el que  intentó vender en Francia  esas Biblias, haciéndolas pasar por manuscritas, (para cobrarlas mucho más caras); lo asombroso fue que casi le cortan la cabeza, porque el Rey de Francia dijo que si alguien había logrado hacer 12 biblias manuscritas perfectas, sin tachaduras ni correcciones era porque tenía un pacto con el Diablo.
¿Habría Gutenberg desarrollado la imprenta si no hubiera tenido como motivación que parecieran hechas a mano?

Y 300 años después; ¿Habría Jaquet Droz desarrollado sus autómatas escribientes con sus levas complejas si no hubiera tenido la motivación de que parecieran humanos? (para maravillar así al Rey y la nobleza)

La Imaginación y la Innovación  no son del futuro, son siempre del hoy, en cualquier época y lugar.
La imaginación, y su hija, la innovación, no pertenecen a unos pocos, todos nuestros chicos tienen derecho a ejercerla mediante las herramientas que nosotros, los grandes, podamos alcanzarle.

                                                              Claudio Andrés Sobico
                                                         Prof.. de Educación Tecnológica
                                                             I.E.S Nro 2 “Mariano Acosta”